La Comunicación en el dialogo interno

La vida es posible tal como la conocemos porque el cuerpo tiende al equilibrio. Si tengo hambre como, si tengo sed bebo, etc, (homeóstasis). Hasta tal punto, que se considera que una persona está sana cuando su organismo es capaz de resolver los problemas a los que se enfrenta y recupera su equilibrio.

A nivel psicológico sin embargo este proceso no es tan sencillo. El hombre primero experimenta, luego reacciona ante la experiencia y por último evalúa (incluso puede evaluar durante la experiencia si realiza micro evaluaciones y correcciones sobre la marcha, a la vez que experimenta).

Como no podemos modificar los sentimientos directamente el cerebro nos ayuda poniendo a nuestra disposición el diálogo interno que consiste en una cadena de pensamientos que promueven un estado de ánimo concreto y que generen los sentimientos y las reacciones corporales más adecuadas al momento presente.

De alguna manera el diálogo interno nos permite anticipar lo que va a suceder y probar distintas estratagemas para solucionarlo. Al dialogar consigo misma, la persona controla lo controlable y deja que el resto funcione sólo. El problema, sin embargo, es que no siempre el diálogo interno es positivo ni adecuado al momento o al estímulo.

El diálogo interno es inherente a las personas y va unido a nuestra condición de estar en constante cambio y a nuestra propia evolución. Ese cambio constante determina que lo que experimentamos hoy nos produzca unos pensamientos y sentimientos diferentes a los de ayer. Surge un desacuerdo entre lo que soy hoy y lo que deseo ser.

La Comunicación en el dialogo interno

Rechazo y deseo de cambio son como las dos caras de la misma moneda y se implican recíprocamente. Si rechazo mi aspecto triste, entonces lo quiero cambiar y si quiero cambiarlo es porque lo rechazo. Si exploramos cuál es nuestro estado de ánimo interno, descubriremos que existe un desequilibrio entre lo que soy y lo que deseo ser.

1. Un aspecto mío es de cierta manera 2. Estoy en desacuerdo con esa manera y deseo que sea de otra 3. Realizo acciones para producir la transformación interior adecuada.

Rechazo y deseo de cambio son como las dos caras de la misma moneda y se implican recíprocamente. Si rechazo mi aspecto triste, entonces lo quiero cambiar y si quiero cambiarlo es porque lo rechazo. Si exploramos cuál es nuestro estado de ánimo interno, descubriremos que existe un desequilibrio entre lo que soy y lo que deseo ser.

En definitiva, denominamos diálogo interno, al diálogo intrapersonal, que se da entre dos partes de la misma persona.

Características del diálogo interno:

1. Los diálogos internos existen.

2. Ocurren de un modo continuo, seamos conscientes o no.

3. Lo que percibimos como nuestra identidad es el resultado de la calidad de esos diálogos interiores.

4. En dichos diálogos pueden predominar distintos estados emocionales.

5. Cuando en los diálogos interiores predomina el maltrato en cualquiera de sus formas, el sufrimiento psicológico y la enfermedad aparecen como consecuencias inevitables.

6. Cuando se instala la calidad de la comprensión, el respaldo y la asistencia, entonces el sufrimiento psicológico cesa y la integridad y la salud surgen también como consecuencia natural.

7. Es muy distinto acercarse a los diálogos interiores desde la perspectiva de la persona que soy, que desde cada parte.

8. Los diferentes tipos de relación que establecen entre sí comparten las mismas pautas básicas de las relaciones interpersonales: existe miedo, ira, etc.

9. Lo que le da a estos diálogos interiores una significación relevante es que no sólo determinan el estado del conjunto del cual son partes, sino que además son las matrices de las actitudes y las conductas que luego reproducimos en la relación con los demás.